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Escribo este post para que no se me olvide lo que visitamos y sigamos teniendo en mente lo que nos falta por ver. Fue una escapada organizado en el último minuto prácticamente, con no demasiadas esperanzas, la verdad, pero que nos sorprendió enormemente.

Cuando digo lo de pocas esperanzas me refiero al hecho de que las distancias son considerables en esta zona, no teníamos mucho tiempo y la oferta hotelera no era muy agraciada (a priori) a tan pocos días de la fecha.

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Salimos en tren desde King’s Cross (Londres), son cuatro horas de tren hasta Edimburgo pero con un paisaje que poco dejó que me concentrase en la lectura (si viajáis en tren por UK reservar siempre asiento cuando os aparezca la opción). Llegamos a mediodía al centro de Edimburgo, el hotel lo teníamos a 10 minutos andando de la estación, donde fuimos directamente a dejar las maletas.

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Ya estamos hechos al horario inglés y a la 1 los estómagos ya empiezan a “protestar” así que nos dirigimos sin rumbo alguno en busca de un lugar donde comer antes de emprender la subida hacia el castillo. No soy muy fan de los pub en cuanto a comida se refiere, pero visto que no encontramos mucho más nos metimos en Doric, el pub más antiguo de la ciudad. Un acierto. Nos sirvieron una comida buenísima, y fue fácil con la pequeña porque cuentan con menú infantil también. Salimos en busca de un Starbucks pero por suerte, subiendo por Cockburn Rd, calle animada de restaurantes y tiendas, nos encontramos primero con The Edinburgh Press Club que nos encantó, y allí tomamos el postre y el té.

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A partir de allí subimos al castillo de Edimburgo y así conocimos un poco más de la historia de Escocia, con un par de horas se tiene suficiente para visitarlo (se puede subir dando un bonito paseo desde el Princess Street Gardens). Las vistas desde el exterior del castillo también son fantásticas, ya veréis. Luego bajamos callejeando por The Royal Mile High St, donde también entramos en la catedral de St Giles y descubrimos el sitio donde cenaríamos muy bien más tarde, Montheist. y continuamos el paseo hasta subir a Carlton Hill y ver el atardecer sobre la ciudad desde el otro lado del castillo. La ciudad es comodísima para hacerlo todo andando.

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Al día siguiente desayunamos en una bakery sueca riquísima, Soderberg, y de allí, tras alquilar el coche, emprendimos el viaje hacia las Highlands. Para visitarlas bien hace falta tiempo y paciencia, ya que son muchos los kilómetros que se han de hacer si quieres conocer bastantes sitios. Los lugares distan bastante unos de otros y las carreteras no son autovías, lo bueno es que cruzas paisajes preciosos. Nosotros no teníamos tiempo para visitar las islas en esta ocasión, de las que también cuentan maravillas, así que os cuento lo que nos dio tiempo a ver.

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Empezamos cruzando Forth Bridge para dirigirnos a St Andrews. En un pueblito muy coqueto (were Will met Kate, me hizo mucha gracia) famoso por su campo de golf y por mantener las ruinas de la que fue la catedral más importante de Escocia en su tiempo. Aún hoy sigue imponiendo con el mar de fondo.

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De allí volvimos a coger el coche hacia Stirling, conocida por su castillo y su monumento a William Wallace (seguro que os suena la historia por Braveheart). No visitamos el castillo por tiempo y porque no nos lo habían recomendado mucho, pero sí subimos al monumento y pudimos contemplar todo el valle.

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Luego emprendimos la recta final del día que era llegar a Fort Williams, donde teníamos el hotel. Fue otro viaje largo en el que atravesamos Loch Lemond y Glencoe, las vistas son preciosas todo el camino por su colores, los lagos, las montañas, la vegetación… por eso las distancias luego no se hacen nada pesadas. En cuanto Fort William como pueblo no me dijo mucho, la próxima vez elegiría otro punto para hacer noche (aunque también estuvo forzado por el hecho de la disponibilidad una semana vista, ya que al principio lo teníamos un poco más al sur).

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El sábado por la mañana visitamos el viaducto de Glenfinnan, y tuvimos suerte de poder ver pasar un tren (hay fotógrafos esperando ese momento). Un paseo tranquilo y bonito. Hay una ruta en tren de vapor que visita varios pueblos de la zona, la próxima vez no me lo perdería, debe ser muy bonita. Y, de allí, otra vez carretera y “vistas”, porque son de escándalo, hacia Eilean Donan Castle. Uno de los castillos más románticos (y aún en pie) y conocidos por haber aparecido en muchas películas. Tiene mucho encanto el conjunto de éste y del entorno. Entrar no sé si volvería a entrar, lo compró una familia y es una mezcla entre la casa de unos señores viejecitos y museo Madame Tussauds, no entendí del todo bien qué pretendían con la decoración.

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De allí comenzamos el último tramo del día en dirección al parque natural Cairngorms bordeando el Lago Ness y visitando Urquhart Castle, desde donde hay una vista especial del lago. Kilómetros y kilómetros preciosos de nuevo.

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En Cairngorms nos quedamos en Carrbridge. Un pueblo donde está viva la esencia del slow life en toda regla, ¡qué paz! Y qué bien repusimos fuerzas en Carrbridge Kitchen (me quedé con ganas de probarlo también para desayunar). Nos quedamos en Fairwinds, un hotelito familiar bed and breakfast que lo recomiendo muchísimo, y justo del que menos expectativas tenía. La familia que lo regenta es un encanto y lo tiene muy cuidado todo.

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El domingo, tras un buen desayuno en el hotel y hacer la foto de rigor al famoso puente de Carrbridge, The Old Pack Horse Bridge, recorrimos gran parte de este parque natural que es fantástico y en el que en invierno se puede esquíar. Subimos montañas y bajamos valles intentando contar todas las ovejas, cabras y demás animales que pasamos haste llegar al castillo de Balmoral. Para nuestra pena que ese día estaba cerrado (nota mental: comprobar horarios de apertura y cierre de los sitios que se quieren visitar). Aún así la ruta hasta allí valió la pena. Desde allí deshicimos parte del camino hecho para llegar al aeropuerto de Inverness y volver a Londres, pasando antes por Fort George, y despedirnos de estas tierras altas de Escocia. Volveremos (D.m).

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Hasta aquí nuestra aventura por Escocia. Fue cortita pero vimos todo lo que nos habíamos planeado. Y ahora con ganas de conocer también las islas o disfrutar con más calma ciertos sitios, por ejemplo: tenemos pendientes los museos de Edimburgo y algún restaurante que también me recomendaron pero no pudimos reservar, el trayecto en tren de vapor y hacer actividades en los lagos y parques naturales (cerca de Carrbridge también hay un parque temático).

En cuento al alojamiento, no me fue fácil encontrar algo calidad precio bueno. Encontraba hoteles bonitos pero carísimos u otros bastantes flojitos para el precio que pedían. Mucho bed and breakfast y guest houses pero yendo con una hija y sin conocer la zona prefería ir a algo un poco más seguro. Así que hubo de todo. Si queréis un poco de orientación ahora ya soy casi experta 😉 y puedo ayudaros si me escribís.

En cuanto a las comidas por las Highlands tampoco tuvimos una gran experiencia. Así que es mejor llevar previsiones en el coche por lo que pueda pasar y la hora de la comida la tengáis que “saltar” o acabar en un parque de niños de un pueblo perdido a las 4 de la tarde con lo que encontráis en el único minisupermercado en 100km a la redonda. Ahora, si le preguntáis a mi hija ese fue el sitió donde más le gustó comer 😉

Si necesitáis alguna duda estaré encantada de poder ayudaros: mgxmp@yahoo.es A lo mejor también os interesan estos días por Yorkshire y los Cotswolds.

Quiero dar las gracias a Willy y a Bea, a Andrea y, en especial, a Ana por todas sus recomendaciones. No hubiese sido lo mismo, desde luego.

Espero que podáis escaparos pronto a estas tierras de Escocia!

Un beso,

Mgx